Algún día cuando el mundo se nos clave en las costillas nos vamos a sentir libres. Porque desde abajo se sube mejor, desde el último subsuelo es la única forma de empezar a subir por inercia, el único camino que nos queda. Ir hacia el norte.
Hoy somos los dueños de esta rara situación perversa que tiene ganas de mirarnos bailar. Los espectadores se ríen, somos la esfera de lo mas bizarro, somos la comedia. Como si hubiera que divertir seguimos bailando y te miro sabiendo que tengo el control. Al fin soy el dueño de esta situación confusa, inalterable, eterna.
La confusa composición de la que estamos hechos no nos permite seguir avanzando, solo nos permite bailar y sin embargo yo tengo tantas y tan locas ganas de avanzar, que no quiero quedarme en el camino con tu piedra atada al tobillo. Las historias las confundimos, yo se que las confundimos, o nos confunden, nos confunden con hipocresía pura, con plenitud llena de conciencia colectiva. Un día vamos a ser mas grises, mas no tan blancos y no tan negros, sino un gris frio y opaco, un gris con marca de soledad, polvo y angustia que no va a ser fácil sacarnos de encima. Un gris sin magia, pero con paz.
Con Nicolas todo era mejor que con Lorenzo, pero el amor era una mentira, una inmensa distracción donde no perdía nunca nadie, pero nadie ganaba tampoco. A mi siempre me gusto perder, por alguna razón la excitación y mis mas profundos deseos se materializaban cuando me rozaba la derrota o el rechazo. Si hubiera sido jugadora sería la mas compulsiva y adicta, porque perder me saciaba en lo mas amplio de mis convicciones, tanto q necesitaba volver a empezar, y caer a lo mas hondo y profundo del abismo.
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